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Una apuesta
¡He venido a verla porque, aunque no estoy enfermo, sé que voy a morir! Exclama el portero al enfrentarse a la madura inquilina del quinto, y sin darle tiempo a respirar pregunta: ¿Dónde está su esposo?
- Viendo una corrida, responde la mujer.
El portero entra en la vivienda y, tras el sexto de la tarde casera ella, excitada y satisfecha, le dice: ¡Si está usted hecho un toro! ¿Qué le llevó a pensar que iba a morir?
- Una apuesta excesiva con el portero de la finca colindante, y el hecho de que si no me acostaba con usted me moriría, entre otras cosas, por insolvente.
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